Preservación De Los Ciclidos

Preservación de los cíclidos


La evolución se hace posible desde el momento en que individuos de origen similar, de la misma especie, no son exactamente iguales entre sí, si no que exhiben características diferentes.
La selección natural es el proceso mediante el que, en la naturaleza, los individuos mejor dotados de una especie dada, mantienen una cierta ventaja sobre los otros, reproduciéndose con más éxito y sacándole provecho a sus características particulares, de forma que las peores características acaban desapareciendo de la población.
Si algunos miembros de una especie se instalan en un nuevo hábitat con condiciones diferentes al original, sobrevivirán los individuos que posean unas características que les permitan adaptarse mejor a las nuevas condiciones, de forma que pasadas unas generaciones la población comienza a desviarse respecto a la rama original. Transcurrido un cierto periodo de tiempo, las dos poblaciones serán tan diferentes que podrán ser consideradas especies separadas.
El concepto de evolución puede resumirse, pues, como la adaptación al medio llevada a cabo por la selección natural, que hace a una especie adaptarse a los diversos medios que puede ocupar.
“Una especie mantenida en cautiverio se desviará de la forma silvestre después de varias generaciones”
Si una especie es mantenida en acuarios, y simplemente, se la deja reproducirse indiscriminadamente, comenzará a desviarse de la forma salvaje transcurridas unas pocas generaciones, debido a que las fuerzas que impone la selección natural ya no imperan sobre ella, y desafortunadamente, los individuos resultantes serán generalmente inferiores en tamaño, forma y colorido.

Tomar medidas

Así pues, es importante tomar medidas para preservar las características originales de una especie o raza salvaje, particularmente si el pez del que hablamos es una especie escasa, amenazada o no disponible en la naturaleza. La forma de lograrlo es una cría selectiva, usando únicamente los peces que mejor se adapten al estándar original para la reproducción.
La primera medida a tomar es precisamente decidir cómo deben ser los peces salvajes, lo que en ocasiones no es tarea fácil. Por último, una consulta a los expertos locales en peces nativos puede solucionar el problema.
El segundo paso es asegurarse de que los reproductores seleccionados se ajustan a este modelo. Esto a menudo quiere decir que hay que esperar a que unos peces jóvenes maduren lo suficiente como para adivinar en ellos los rasgos diagnósticos, así que no se les debe dejar criar demasiado pronto. Por ejemplo, hacer crecer sólo los alevines más grandes y rápidos puede ser un error, ya que no necesariamente estos individuos mostrarán los colores esperados al crecer (o, como a algunos ya nos ha pasado, ¡puede que sean todos machos!).
Cuando sólo están disponibles para la cría un número limitado de peces, existe la posibilidad de que tras algunas generaciones de cría en cautiverio, dentro del mismo grupo afloren defectos congénitos en algunos de los alevines, debido a que se manifiestan genes recesivos que no lo harían en una población mayor. Esto es así porque, dentro de un número limitado de genes, cualquier gen en concreto representa un porcentaje apreciable del total de todos los genes, al contrario de que si el muestrario inicial fuera mayor.
Cualquier pez joven que presente taras genéticas debe ser eliminado, y de ningún modo debe ser usado como reproductor, ya que sólo conseguiríamos perpetuar estas taras genéticas, lo que se traduciría en una caída de la calidad de la población. Para minimizar el riesgo de la aparición de defectos genéticos, la población original debe ser tan grande como nos sea posible, y a poder ser se deberían introducir regularmente peces salvajes que renueven el material genético del grupo.
Un punto a recordar es que los peces "inferiores" jamás deben ser cedidos a otros acuaristas que quieran también preservar la forma original, pues esto sólo desembocaría en un detrimento de la calidad de la especie a lo largo del tiempo. En otras palabras, el preservar la forma salvaje se debe considerar como un proyecto universal, y no como un reto personal.
A veces un pez determinado puede presentar algunas características que, desviándose de la línea original, pueden resultar atractivas. Obviamente la tentación de reproducir estas formas es grande, y así es como han ido apareciendo preciosas variedades de animales y plantas. Pero dentro de un programa de conservación es importante no caer en la tentación. Si se decide continuar la selección de tal o cual variedad aparecida, el resultado debe etiquetarse de "ornamental", y no de representante auténtico de una especie.
Extracto del artículo: "Manteniéndolo en Forma Natural". Brown, Richard, 1995.

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