La Química Del Agua Para Cíclidos

Hay dos parámetros fundamentales en la química del agua que son importantes para los aficionados: el pH y la dureza ( Gh y Kh).
El pH del agua es una medida de su acidez o alcalinidad, o más correctamente la concentración de iones hidrógeno (H+) disueltos. Cuanto mayor sea la concentración de iones hidrógeno, más ácida es el agua. La escala de pH varía entre 0 (extremadamente ácida) hasta 14 (extremadamente alcalina). El pH del agua químicamente pura es 7, y se conoce como neutro. La escala es logarítmica, por lo que un descenso de pH de 7 a 6 significa en realidad un incremento de diez veces en la concentración de iones hidrógeno. El pH del agua puede comprobarse con simples técnicas colorimétricas o con pH-metros electrónicos portátiles.
Los peces de agua dulce viven generalmente en un margen de pH entre 6 y 9, pero algunas especies sudamericanas se encuentran en aguas incluso más ácidas (pH 4-5). Es posible ajustar el pH del agua mediante reactivos químicos, pero en cualquier caso, debe hacerse gradualmente. Los acuariófilos más experimentados evitan cambiar el pH, y en vez de ello seleccionan peces que vayan bien con las características químicas de su agua.
La dureza del agua tiene que ver con la cantidad de sales disueltas que contiene. Las principales sales que afectan a la dureza son las de calcio, las de magnesio, los carbonatos y los bicarbonatos. Hay dos tipos de dureza que son objeto de medida y discusión: la dureza general o permanente (GH), que mide niveles de calcio y magnesio, y la dureza de carbonatos o temporal (KH), que refleja los niveles de carbonatos y bicarbonatos.
Se dice que la dureza de carbonatos es temporal porque puede eliminarse hirviendo o filtrando a través de turba.
En Europa, la dureza suele expresarse por grados de dureza o dH. Un grado dH equivale a 10 mg de óxido de calcio (AcO) u óxido de magnesio (MgO) disueltos en un litro de agua.
En los Estados Unidos, la situación es diferente, ya que la dureza se expresa en partes por millón (ppm) del total de sólidos disueltos, y equivale a 1 mg de carbonato cálcico (CaCO3).
El agua se clasifica de acuerdo con su dH como sigue: 
La dureza del agua puede medirse utilizando test químicos comerciales de “gotas de espuma” o con un conductímetro electrónico. El conductímetro mide el total de sales disueltas y lo expresa en microsiemens/cm3. Cuanto mayor sea la cantidad de sales disueltas, el agua es mejor conductor de la electricidad. Aunque la conversión a dH no es exacta, para los fines de un acuario 35 microsiemens son equivalentes a 1 dH. La dureza del agua puede alterarse para adaptarla a las necesidades de los peces que hay de contener el acuario.
El método más fácil de tener éxito con los cíclidos es escoger las especies que sean compatibles con las principales características químicas de la fuente de agua. Si el agua corriente, o agua del “grifo” es dura y alcalina, la mayoría de los cíclidos africanos y de Centroamérica prosperarán, ya que este tipo de agua es la que más conviene a estos grupos. Por ejemplo, los ríos y los lagos de cráter de América Central y África son generalmente de aguas duras y alcalinas, aunque algunos pequeños arroyos son ácidos, y pueden serlo aún más durante la estación seca. (“Duras y alcalinas” significa, en este caso una dureza de 10-30 odH (150-550 mg/litro CaCO3) y un pH medio de 8.0).
Si el agua doméstica es naturalmente blanda y ácida (incluso si las autoridades competentes tratan el agua para hacerla ligeramente alcalina, esto puede conseguirse fácilmente), los cíclidos sudamericanos, especialmente discos y enanos, son los adecuados. Es más fácil convertir el agua dura y alcalina en blanda y ácida (mediante ósmosis inversa o resinas de intercambio iónico) que pasar de agua blanda y ácida a dura y alcalina (simplemente añadiendo bicarbonatos y aditivos alcalinos o pequeñas cantidades de coral triturado, que puede incorporarse al medio filtrador).
Quizás más importante que la química del agua sea su “calidad”, o el grado de limpieza en que se mantiene. Los residuos nitrogenados (amoniaco, nitritos, nitratos), que son tóxicos para los peces, se acumulan rápidamente en acuarios con sistemas cerrados. La solución pasa por el filtrado y los cambios de agua.
Endurecer el agua.
A título de ejemplo, consideremos un acuario convenientemente acondicionado con unas dimensiones de 90 x 38 x 30, que contiene unos 96 litros de agua con un pH entre 6.9 y 7.1 y una dureza una dureza total de 5-10 dH (330-420 mg/litro de CaCO3).
El agua corriente muy blanda puede corregirse con mezclas comerciales de sal hasta crear condiciones adecuadas para los cíclidos lacustres. Si se siguen las instrucciones del fabricante, estos productos dan resultados satisfactorios. Al contener una alta proporción de carbonatos, estas mezclas son bastante difíciles de disolver por completo, y no es raro que tarden tres días en hacerlo. Hay que tener esto en cuenta, tanto si se monta un acuario por primera vez como si se procede a un cambio de agua.
Hay que recordar también, en cada cambio de agua, añadir una cantidad de mezcla salina al sistema, equivalente a la perdida por el tanque, con objeto de mantener el pH y la dureza en los niveles deseados.
Puede ocurrir que el agua del grifo tenga un pH adecuado para mantener ciertas especies de cíclidos. De hecho, las autoridades sanitarias tratan muchas veces el agua neutra para que sea moderadamente alcalina, es decir, con un pH entre 7,5 y 8 para reducir su efecto corrosivo sobre  las cañerías. Este es un punto de partida ideal para muchos cíclidos de África y América Central.          
Sea cual sea el tipo de agua disponible, es aconsejable comprobar constantemente los valores de pH y dureza y vigilar con regularidad el agua corriente, ya que pueden sufrir amplias variaciones.
Ablandar el agua.
Con la excepción de los peces de ríos costeros, la mayoría de los cíclidos de Sudamérica y algunos de África prefieren agua cuyo pH sea neutro más bajo (ácido) y muy, o moderadamente blanda. Para los acuariófilos que vivan en áreas de aguas duras, existen formas de hacer el agua más blanda. Una de ellas es la utilización de resinas de intercambio iónico. Estas resinas (generalmente una mezcla de dos de ellas) intercambian los iones sodio (Na+) por iones calcio (Ca++) y magnesio (Mg++) (intercambiadores catiónicos), y los iones cloro (Cl-) por iones carbonato (CO3-) y sulfato (SO4-) (intercambiadores aniónicos). Aunque ablandan el agua, esta sigue siendo a pesar de todo “salada”, con Na+ y Cl-. Además las resinas deben ser regeneradas a intervalos regulares, mediante ácido clorhídrico e hidróxido sódico, reactivos químicos corrosivos y potencialmente peligrosos.
Una idea mejor para producir agua blanda es la utilización de un sistema de ósmosis inversa. Durante el proceso de la ósmosis inversa, el agua corriente pasa a presión a través de una membrana, cuyos poros son lo suficientemente pequeños para permitir el paso de agua, pero no de los minerales disueltos. El agua así filtrada se recoge en un recipiente. En esencia es agua destilada, por lo que debe ser endurecida mediante la adición de sales. El proceso de la ósmosis inversa permite un completo control del agua del acuario, y es particularmente útil para especies delicadas. Las membranas deben limpiarse mediante un flujo inverso regularmente, y reemplazarse dos veces al año según las necesidades. Aunque son caras en un principio, las unidades de ósmosis inversa son una buena inversión si se tiene intención de mantener cíclidos sudamericanos raros.
Mantener la buena calidad del agua.
Los cíclidos africanos y de américa Central aprecian cambios parciales de agua del 30-50% cada 7-10 días. En un acuario densamente poblado hay que aumentar  la frecuencia de los cambios y el volumen de agua reemplazada. En particular, los cíclidos del Malawi parecen preferir una sustitución regular del 85% del volumen de su acuario. Sin embargo, los cíclidos del lago Tanganica responden menos favorablemente a cambios masivos del agua.
Los representantes del género Tropheus y semejantes parecen ser los más tolerantes con esta práctica, mientras que Lamprologus y otros géneros relacionados, son más sensibles a ella, y generalmente no se reproducen cuando se les trata de esta manera. Afortunadamente, la mayoría de estos cíclidos del Tanganica prosperarán como únicas parejas, y la carga de desechos producidos en un acuario con tan poca población raramente sobrepasará la capacidad de un filtro biológico bien instalado.
En la naturaleza, los cíclidos sudamericanos viven en aguas de color marrón claro a oscuro, con un margen de pH entre 7.2 y 6.0 y una dureza general entre 12 y 0 grados. Los acuariófilos que vivan en una zona cuyas aguas sean naturalmente blandas y ácidas tendrán éxito con la mayoría de los cíclidos de América del Sur. Algunas especies de lagunas costeras y arroyos pueden vivir en aguas por encima de estos límites, pero unos aditivos alcalinos y carbonatos harán el agua local aceptable rápidamente.
La experiencia demuestra que, la mayoría de las  veces, los simples cambios parciales de agua no tienen un efecto duradero sobre la elevación del pH del acuario que ha bajado demasiado. Por ejemplo, si en un acuario estable con pH de 6.8 se realiza un cambio del 30% del agua con agua corriente doméstica de pH 7.2, el pH del tanque seguirá alrededor de 6.8 o 6.9. Añadir un corrector de pH, como el carbonato sódico elevará temporalmente el pH, pero su efecto no será prolongado. Sin embargo, si se extrae sedimento de la grava y al mismo tiempo se cambia el 30% del agua y se añade un corrector de ph se obtendrá el deseado resultado de elevar el pH al nivel ideal de 7.5-8.1.
Hay muchos factores que influyen en el valor del pH de un sistema cerrado como el de un acuario tropical, como el sustrato, la cantidad de residuos orgánicos y el número de animales que acoge. Mayor número de peces significa mayor cantidad de residuos y un exceso de proteínas en el sistema, lo que conduce a una disminución del nivel de oxígeno, una elevación del dióxido de carbono y la consiguiente caída en el valor del pH (es decir, el agua tiende a hacerse más ácida). Los peces sufren estrés al aumentar la frecuencia de ventilación de sus branquias cuando intentan extraer el cada vez más escaso oxígeno del agua del acuario.
El control regular del pH del agua puede revelar estas tendencias, pero hay ciertos signos visuales que ayudan a conocer la calidad del agua. Los grupos de burbujas en la superficie del agua son una indicación del exceso de proteínas, lo que aumenta la tensión superficial. Si se saca un vaso de agua del acuario y se pone contra un papel blanco, se puede observar su color; si resulta amarillo debe procederse a un cambio parcial del agua y a la limpieza de residuos orgánicos del sustrato. Si se aprecian altos niveles de nitratos es necesario aumentar el volumen y la frecuencia de los cambios parciales de agua limpia.
Conseguir un pH estable es un objetivo a largo plazo. Para conseguirlo hay que controlar el agua con regularidad, evitar la sobrepoblación y estar atento a todo el sistema.
Movimiento del agua.
Con la excepción de las especies especializadas que viven en los rápidos, como Steatocranus casuarius, Teleogramma brichardi y Haplochromis bakongo, los cíclidos africanos no necesitan fuertes movimientos de agua. La mayoría de las especies fluviales prefieren áreas de flujo moderado, y con la excepción de las especies de las zonas de aguas agitadas, los cíclidos de los lagos también se encuentran en áreas de relativa calma. En cautividad, los cíclidos africanos encuentran satisfactorio el grado de movimiento que proporciona normalmente un filtro en funcionamiento.
Los cíclidos sudamericanos varían en cuanto a sus necesidades de movimiento de agua, aunque la aireación es generalmente esencial. Los discos y los cíclidos menores prefieren muy poco movimiento del agua de su acuario, y evitarán los flujos fuertes de filtros o bombas excepto para buscar alimento recién introducido.
Salvo en acuarios muy densamente poblados, el flujo de retorno de un motor eterno o filtro crea la suficiente turbulencia superficial para permitir el intercambio de gases del agua. Sin embargo, es bien sabido que los filtros sufren averías temporales si se bloquean o si la acción del sifón se interrumpe. Las necesidades respiratorias de los cíclidos africanos son proporcionales a su tamaño, y las comunidades de cíclidos están muy a menudo superpobladas. Las consecuencias de un fallo en los filtros pueden ser rápidas e irreversibles, por lo que es aconsejable instalar un sistema suplementario de aireación en el acuario. Una pequeña bomba de diafragma y una piedra difusora serán suficientes para prevenir un posible desastre.
Amoniaco, nitritos y nitratos.
Una consideración fundamental para los acuarios recién establecidos de cíclidos africanos y de América Central es que el amoniaco es un veneno mayor en agua alcalina -es decir, en los niveles de pH que prefieren estos peces- que en aguas de pH más bajo. Por sí solo, este factor ha causado más muertes de peces de lo que pueda mostrar ninguna estadística. El agua ácida contiene una mayor concentración de iones hidrógeno (H+) que el agua alcalina, y estos se combinan con el tóxico gas de amoniaco (NH3) para formar iones amonio (NH4+), menos tóxicos. Sin embargo en agua con un pH de 8.0, el 55 del contenido en amoniaco/amonio está presente en la forma tóxica, el amoniaco; a pH 9.0 el nivel de amoniaco libre aumenta cinco veces.
Con un curso normal de los acontecimientos, las primeras cinco semanas de vida de un acuario son críticas. Si el sistema de filtración no se ha provisto de grava o medio filtrante de un sistema ya maduro, o de bacterias y enzimas disponibles en el comercio, la presencia de amoniaco y, por tanto, de envenenamiento por nitritos, es un peligro siempre presente. El amoniaco, un producto directo de los residuos de los peces, aumenta primero. Conforme se incrementa la actividad de las bacterias nitrificantes, gran parte del amoniaco se oxida a nitrito (NO2-), que aumenta a su vez y produce un segundo “pico”. El proceso natural de nitrificación -un proceso que se favorece en los sistemas de filtración- convierte gran parte del nitrito en nitrato (NO3-), menos dañino.
Una vez que un sistema se ha establecido durante varios meses, los niveles de amoniaco y nitritos no deberían suponer ningún problema. A pesar de todo, es aconsejable efectuar controles del agua para asegurarse de que la nitrificación permanece estable. Limpiar el medio de filtración y efectuar regularmente cambios parciales de agua mantendrá normalmente los niveles de nitritos dentro de límites aceptables.
La presencia de abundantes nitratos, a menudo resultado directo de superpoblación o del crecimiento en tamaño de los cíclidos, requiere un aumento inmediato del porcentaje y la frecuencia de los cambios parciales de agua. También sería conveniente revisar el nivel de población y comprobar si también se ha producido un incremento considerable de los nitratos en el agua corriente que se suministra al acuario, ya que estos factores pueden tratarse con una reducción del número de peces y con filtros desnitrificadores, o con la utilización de una resina específica para la extracción de nitratos en el filtro.
Los grandes cambios parciales de agua no solamente son beneficiosos para la salud de los peces, sino que muchas veces puede inducir el comportamiento reproductor de los cíclidos. Los criadores pueden utilizar este simple estímulo con casi todas las especies, incluidas las del africano lago Mbuna y los discos.

Editado Por:  Cichlidae Jávea Acuarios

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